El origen del negocio asegurador – orígenes de los seguros (parte I)

lunes, 16 de julio de 2012



El origen del negocio asegurador – orígenes de los seguros (parte I)
El origen de la actividad aseguradora responde a la necesidad del hombre de hacer frente a desastres o situaciones de pérdidas, que de forma individual se vería imposibilitado de realizar.
Asegurar significa transferir o distribuir el riesgo de una pérdida entre un colectivo, de tal manera que en caso de ocurrir el suceso, resulten tolerables para el afectado.
Desde la antigüedad, siempre que una sociedad ha logrado un elevado grado de complejidad, ha surgido el seguro como medio para controlar posibles pérdidas extraordinarias.
El seguro tiene su origen en el trasporte y comercio marítimo o fluvial, ya que el robo o hundimiento de una embarcación ocasionaba pérdidas cuantiosas a quienes habían embarcado sus mercancías.
Ya en el tercer y segundo milenio a.n.e. los mercaderes chinos que transportaban mercancías mediante transporte fluvial, no embarcaban todas sus mercaderías en un solo barco, sino que las distribuían en varios a fin de disminuir la perdida que el hundimiento de un navío podía ocasionarles.
En Mesopotamia, se empleo un sistema para asegurar los prestamos que los mercaderes tomaban para fletar un barco, de manera que el tomador del crédito pagaba al prestamista una cantidad adicional que garantizaba, en caso de un naufragio o de robo de la mercadería por parte de piratas, que el préstamo quedara saldado de manera que el mercader limitaba sus pérdidas al valor de sus mercancías embarcadas. Este sistema asegurador se señala en el Código de Hammurabi.
Los comerciantes de Rodas, hace mas de 2500 años inventaron el concepto de promedio general o general average, que establece que las partes que participan en un flete comparten proporcionalmente las pérdidas que puedan derivar de arrojar al mar mercancías con el fin de aligerar el barco para salvarlo de un peligro, de manera que la perdida no recaiga solamente en el dueño de la mercancía perdida, sino que estuviera repartida entre todos los consignatarios. Este medio asegurador fue empleado durante milenios y fue reconocido como un principio de las leyes marítimas en el Codigo de York-Amberes en 1890.